Distancia

Insistía en decirle una y otra vez que le faltaba esto y lo otro.... cariño, guiños de complicidad. Echaba de menos agobiarse en la cama cuando sus brazos la protegían de la azulada y fría noche. Quería mas, necesitaba más, como una mujer enamorada a la que su corazón le suplicaba una caricia.

El la amaba, pero la distancia le prevenía del miedo de tomar la decisión de ir junto a ella. Una y otra vez era esa distancia la que teñía de amargura los días de ella, y de confusión los de él.

Su vida no era fácil, desde hacía tres años había ido perdiendo fuerza dia tras dia. Vivía junto a su padre y cuidaba de él como el niño que él había sido de pequeño. Cada dia era un enfrentamiento al tiempo, a la enfermedad, a la tristeza de aquella casa rodeada de colores sombrios.

Pensar en ella era como abandonarse a un suave e intenso placer que lo alejaba de allí, la marihuana de los sueños. Pero era tan prisionero de aquella vida que pensaba que solo un milagro o las propias circunstancias que el no era capaz de provocar, lo arrancarían de allí.

Una oscura tarde de Diciembre, su padre dejó de hacerle aquella sórdida compañía. Se sintió perdido, agotado... en un lugar que tanto había odiado que ya era desconocido para él. Se tumbo en el suelo a llorar hasta que se agotó y su tristeza pudo conciliar el sueño.

A la mañana siguente un atisbo del amanecer se filtró entre las sombras que abandonaban la noche. Sus ojos percibieron una cálida luz. Su rostro reposaba sobre la humedad ahogada de sus lágrimas. Se giró hacia la ventana.....

La luz del corazón de aquella mujer había conseguido por fín despertarle de aquella pesadilla, su sonrisa lo abrazó... ella seguía ahí.